Reza el artículo 6 constitucional que «La manifestación de las ideas no será objeto de ninguna inquisición judicial o administrativa, sino en el caso de que ataque a la moral, la vida privada o los derechos de terceros, provoque algún delito, o perturbe el orden público» y que aún en su caso, » el derecho de réplica será ejercido en los términos dispuestos por la ley «, además el artículo 7 de la misma constitución, » Es inviolable la libertad de difundir opiniones, información e ideas, a través de cualquier medio. No se puede restringir este derecho por vías o medios indirectos, tales como el abuso de controles oficiales o particulares, de papel para periódicos, de frecuencias radioeléctricas o de enseres y aparatos usados en la difusión de información o por cualesquiera otros medios y tecnologías de la información y comunicación encaminados a impedir la transmisión y circulación de ideas y opiniones», que » Ninguna ley ni autoridad puede establecer la previa censura, ni coartar la libertad de difusión, que no tiene más límites que los previstos en el primer párrafo del artículo 6…».
Se va a escribir mucho sobre el tema en los siguientes meses, existen intereses encontrados y estos intereses chocan en el tema de la libertad de expresión, en dónde hay quienes afirman que el hecho de no estar de acuerdo con su pensamiento, los demás coartan y atacan el derecho de expresarse. No es verdad, no podemos pensar igual, incluso no debemos pensar igual, eso sería vano y hasta contradictorio con el humanismo que nos caracteriza. El pensamiento diverso nos ha ayudado a solventar parte de la historia actual, el hecho de pensar diferente nos debe enriquecer, pero ahora lo que vemos es que nos divide, nos separa y crea frentes que no existen pero que nuestra mente se aferra a mantenerlos.
Escucho a los jóvenes ahora hablar de feminismo, de machismo, de tantos segmentos dentro de nuestra humanidad desde el punto de vista sexual, filosófico y hasta religioso; ya no hablamos de humanismo, segmentamos, separamos y creamos tantos grupos diversos en nuestra mente, que compartimos y nos atrevemos a llevar a cabo manifestaciones para hacer llegar nuestras ideas hasta el rincón más lejano de nuestro mundo. No está mal, pero perdemos día a día el concepto de humanismo, de derechos humanos. Todos tenemos derechos y los podemos llevar a cabo libremente, lo que no comprendemos entonces, es que todos pensamos diferente y debemos de respetar eso, el pensamiento diverso y basado en las experiencias personales que pasan a lo largo de nuestra vida, larga o corta.
En la palestra pública ahora mismo se encuentra una discusión dada por intelectuales dueños de la palabra, que denostan y tergiversan lo que consideran un sabotaje a la democracia y que la libertad de expresión se encuentra bajo asedio, lo cual no han demostrado, precisamente porque en este sexenio no ha habido un solo acto de censura. El único argumento que esgrimen es la falsificación de un documento en un acto administrativo, no así la publicación o lo que contiene la revista Nexos. No perdamos de vista que no se discute los aciertos o desaciertos de este sexenio, que ha habido de todos colores o sabores. Sino que se discute el derecho a disentir, a no estar de acuerdo, y eso es legítimamente válido en cualquier democracia que presuma de serlo.
Podemos estar o no estar de acuerdo con el Presidente, con los intelectuales o con cualquier persona que haga valer su libertad a expresarse a disentir y a replicar, pero siempre debe permear el respeto a esas ideas, ese respeto debe de ser irrestricto e imperdible. No caigamos en el juego de la agonía democrática a manos de unos cuantos que se pelean el derecho a la libre expresión manoseada y manipulada a su manera. Alguna vez se le atribuyó al francés Voltaire la frase «Estoy en desacuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo», quien sea el autor, Voltaire, Evelyn Beatrice Hall o Stephen G. Tallentyre, lo que nos quiere decir es que esto pasará, las discusiones, los señalamientos, las segmentaciones sociales, pero nunca pasará el respeto que nos debemos como humanidad, porque aunque ahora esta ola nos haga varios segmentos de un todo, seguimos siendo tan humanos y tan diversos como en el principio de nuestros días, esto es, con virtudes y errores.