Me da pena ajena como ver que los ciudadanos no somos capaces de tomar en nuestras manos los problemas que frente a nuestros ojos pasan, grandes o pequeños. Un excelente amigo me ha dicho y lo vive con hechos, Dura Lex, sed Lex, La ley es dura, pero es la Ley. Lo que viene a colación por el hecho de que ahora el gobierno en turno hace valer lo que dice la Ley (lo cuál fué su promesa de campaña), no lo establecieron al entrar, si no se cumple la Ley, se debe de actuar en consecuencia, para eso existen las infracciones previstas en la misma Ley.
Esto es algo sin precedentes, porque si recordamos y somos objetivos, el político actual no le gusta gastar su capital político, cosa que este Gobierno está haciendo, arriesgando un futuro posible.
En nosotros está que se respete el Estado de Derecho, pareciera que tenemos dos perfiles, uno es el que pide que se le castigue al vecino, al que quebranta la Ley, al que no está de acuerdo con nuestra ideología; y el otro es el que pide la clemencia por nuestro «error», por el «yo no sabía», por el «no soy abogado para saber». Somos doble cara.
Es verdad que el gobernante se puede equivocar en sus decisiones, pero para eso existen herramientas jurídicas necesarias y suficientes, para defendernos de los agravios que nos afectan directamente, pero las nuevas tecnologías de la información nos hacen pensar que por medio de Facebook, Twitter o cualquier otra herramienta de red social, podemos levantar nuestra denuncia, nuestro juicio de nulidad o nuestro Amparo, si tanto nos agravia, actuemos, que no quede en palabras.
Si queremos un México de Instituciones real, debemos comenzar aceptando que la Ley se debe de cumplir, y que cada persona se tiene que hacer cargo de salir adelante por sus medios. Es verdad que el Gobierno tiende la mano con programas, pero por favor sepamos que solo es un impulso, lo demás es cuenta personal. En esto radica la verdadera democracia, no en estirar la mano para recibir sin dar algo a cambio.
El político actual piensa que se le debe rendir pleitecía, cuando en realidad son empleados del ciudadano, representantes de la decisión del pueblo. Y nosotros ciudadanos debemos de tener la seguridad de que ellos nos deben de responder, pero siempre por las instancias correctas, no por Redes Sociales, esto no nos da seguridad jurídica, al final ellos eligieron servirnos.
Me gustaría un México en donde se respeta la Ley, esto implica en primera instancia que los Mexicanos leemos, conocemos la misma y no solo estamos al pendiente de la próxima telenovela.
Un México donde la salud sea prioridad para el ciudadano, donde el hambre no sea la noticia del siguiente día, donde la pobreza sea un mito que pronto se olvidará, donde los heroes no son invento de un grupo que quiere tener ignorante al pueblo, donde no se inventen noticias para distraer al ciudadano.
Un México en donde los comunicadores son objetivos e imparciales en su trabajo, y no son maiceados para apoyar/denigrar al gobierno en turno, pagados por terceros.
Un México en donde el Presidente no festeja como campeonato el hecho de regenerar un error de su misma administración, donde sea autocrítico, que cumpla la Ley también aún en contra suya y que no sea pragmático en sus discursos.
Un México en donde el gobernante de los tres niveles de gobierno se preocupe por sus ciudadanos, por los que desaparecen, por los que ganan, por los que pierden, por los que compiten, por los que trabajan y por los que buscan trabajar, por los que piensan diferente, por los que cumplen la Ley.
Como dice Minerva López Yuen, un México donde el salario vaya a la alta, donde el precio de la gasolina sea equitativo, donde la canasta básica se pueda pagar con el salario de un obrero, donde haya ortunidades de educación, desarrollo y crecimiento, donde se aclare la desaparición de 43 y la muerte del desconocido, donde los rios, lagunas y lagos tengan aguas blancas, donde los homicidios de hombres y mujeres no queden sin resolver y donde los miles de niños desaparecidos no sean las noticias de cada día.
Pero sobretodo me encantaría ver un México en donde apoyemos a la persona que sobresalga, y no comencemos a llamarla pendejo/a, estúpido/a y tantas lindezas que como sociedad usamos para atacar a quien ha logrado algo más en la sociedad.
Practiquemos la tolerancia que mucha falta hace. Todos pensamos diferente, esa es nuestra mayor riqueza como humanos y la convertimos en nuestra principal arma para atacar y destrozarnos.